HASTA MAÑANA
La madre: ¿Qué es lo que pasa doctor?
Doctor: el resultado está dentro del sobre, señora.
La madre y Héctor miran el sobre, asustados, como si el gran monstruo capaz de destruir sus vidas estuviera dentro ( y lo estaba), no había de otra, tenían que abrirlo…CÁNCER.
La madre moja el sobre con sus lágrimas amargas, Héctor sonríe: nada malo va a pasarme mamá, no te preocupes.
Se dirigen a casa de la tía de Héctor, la madre necesita desahogarse, necesita consuelo. En la casa está la tía con su hija de 7 años.
Las hermanas se encierran en el baño, la niña se sienta al lado de Héctor:
-Hola, cómo estás?
-Hola, estoy bien mamita, ven siéntate, y le acarició el cabello, cómo vas en el colegio, bien?
-Sí bien, ¿Por qué mi mamá y tu mamá están llorando en el baño?, ¿Qué está pasando Héctor?
– No pasa nada mamita, no pasa nada.
La tía: yo los acompaño a su casa, dejaré a la niña con su padre.
Llegaron a la casa de Héctor, él se encierra en su habitación, las dos hermanas se miran sin mirarse buscando respuestas en los ojos de la otra.
Llega el padre a la casa: ¿Qué es lo que dijo el doctor?
La tía se le acerca, lo coge de la camisa con una mano y con la otra le da de cachetadas, no contó cuántas, no importaba.
Por tu culpa mi sobrino va a morirse, tiene cáncer! Por tu culpa, por aquel muñeco con alfileres que esa mujer, tu amante, dejó en el jardín que Héctor pateó, le amputarán la pierna, por tu culpa mi sobrino va a morirse, solo tiene 16 años y va a morirse.
Héctor escuchaba desde su habitación, y se puso a pensar: ¿Por qué mi padre hizo lo que hizo? ¿Por qué? ¿Por qué nunca me compro la bicicleta que tanto quería, si podía hacerlo?.
Cáncer, 12 quimioterapias dijo el doctor, y sanará.
Su tía iba a verlo casi todos los días a Héctor se le iba la vida y el padre le compró la bicicleta, Héctor no podía creerlo de tanta felicidad, pero a la madre le pareció una burla. Héctor dio una vuelta al parque y al regreso de la dio a su hermano: toma, me duele mucho la pierna, no creo que pueda volver a usarla.
Le amputaron la pierna al poco tiempo, Héctor sonreía a todo el mundo, parecía feliz, nadie podía creer cómo hacía para no desprenderse de su entusiasmo.
Un día su tía se quedó observándolo sin que él se diera cuenta; Héctor levantó la sábana, miró el espacio vacío de su pierna, comenzó a mover la cabeza de un lado a otro repitiendo: no, no, no por qué a mí? por qué? por qué?, su tía entró en la habitación, quería consolarlo y decirle que todo estaría bien, pero Héctor le mostró una sonrisa enorme: Entra tía! que tal?, hoy me he sentido mucho mejor!…la tía sonrió, no iba a poder consolarlo.
Quimioterapia 11, la tía entra a la casa y encuentra a Héctor feliz, más de lo normal:
-Tía dice el doctor que no necesito otra quimioterapia! que ya no es necesario ningún tratamiento, que voy a curarme! Puedes creerlo?
– ¿Qué? No puedo creerlo papito, hijoto lindo, vamos a desayunar! pide lo que quieras! nada podría hacerme más feliz ahora.
Entró la madre con la tristeza reflejada en el rostro, su hermana le dijo:
– ¿Por qué estás triste? Héctor va a curarse! me lo acaba de decir!
-Acompáñame a la cocina…Héctor no va a curarse, el cáncer está en su última etapa, no le queda más que un mes de vida.
Héctor comía con más ganas, quería curarse, quería estar fuerte para cuando le pusieran la pierna ortopédica y pueda volver a manejar bicicleta, entrar a la universidad y todo volviera a la normalidad.
Pero comenzó al poco tiempo a perder la vista
-Tía no veo bien, qué me está pasando? ¿No debería sentirme mejor?
-Es que estás anémico hijito, tienes que comer más. Y él comía con más ganas.
De pronto un día, luego de darle de comer, su tía le dijo que tenía que irse pero que volvería al día siguiente como siempre, ella estaba cruzando el umbral de la puerta cuando él gritó desesperadamente: TÍA!!! y ella volteó asustada
-¿Qué pasa hijito?
-Chau tía, chau
-Chau hijito, te veo mañana.
-Sí tía, mañana…
Héctor murió solo, en el hospital, un día en que mandó a sus padres a casa para que puedan descansar, tal vez él ya presentía que moriría ese día y como es de imaginarse por su personalidad, no quería causar más tristezas.
En tiempos difíciles en los que no se sabía casi nada del cáncer, tiempos en los que en el Perú había que aprender a convivir con el terrorismo, los toques de queda y las horas de hambre y desesperación.
Por aquellos tiempos no habían teléfonos en todas las casas, el hospital avisó a la vecina de la tía que estaba en otro hospital con su hijo enyesado en el brazo, volvió y recibió la noticia, no, no ¿Por qué justo hoy que no pude estar a su lado? se lanzó al piso sin importarle las miradas ajenas y comenzó a llorar, eran las 11pm cuando a las 12 había toque de queda, no importó, bandera blanca arriba del taxi y emprendió la marcha hacia el hospital, fue a buscar a los padres de Héctor que al mirarla adivinaron lo que quería decir en sus ojos, llegaron al hospital con sus rostros desencajados, lo vieron ahí tendido, no podían creerlo, él se había ido.
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Nunca pude conocerte Héctor, pero sé que de haber pasado, nos hubiésemos querido mucho.
Héctor 1969 – 1986
Q.E.P.D.
Blog primero – 17 de mayo de 2008